junio 24, 2021
En RAW tenemos el propósito de mejorar los hábitos de consumo apostando por la agricultura ecológica, que prioriza la salud de los consumidores y que es respetuosa con el medio ambiente. Además, nuestro producto no contiene azúcares añadidos: ¿sabías que esta característica, además de los efectos positivos en la salud, también tiene un impacto positivo en la naturaleza?
Sugar, zucchero, sukkar, azúcar…El azúcar es uno de los ingredientes más comunes y antiguos del mundo. Aunque su uso como componente alimentario se remonta a hace más de 5000 años en Polinesia, parece que hoy el mundo y nuestra dieta es más dulce que nunca. Además de su peso a nivel económico: la comercialización del azúcar se ha convertido en un sector estratégico para los mercados de los países productores y su consumo supera los 176 millones de toneladas al año.
De sobra es conocido que el consumo excesivo de azúcar causa enfermedades como la obesidad, diabetes, enfermedades del corazón, además de sus posibles efectos adictivos. ¿Pero cómo afecta la sobreproducción del azúcar al planeta?
Azúcar: más que un dulce contaminante
El azúcar es un producto común la dieta de medio mundo y esto lo convierte en un producto muy rentable para la industria, con una demanda continuada que ha provocado que su producción no pare de crecer. Aunque existe desde hace décadas una mayor preocupación por la salud y organismos internacionales como la OMS alertan de los efectos nocivos de su consumo excesivo, el azúcar está muy presente en nuestra dieta, incluso mucho más de los que nos imaginamos, sobre todo en los productos preparados. De hecho, se calcula que más del 70% del azúcar que consumimos procede de los alimentos procesados, como congelados, encurtidos, caldos envasados o salsas.
Esta presencia “oculta” provoca que la producción y comercialización del azúcar siga siendo clave para la industria. El mundo nunca había sido tan dulce: la producción global de azúcar lleva varios años superando la demanda, provocando que las existencias de azúcar se sitúen en las más elevadas de la historia, con una producción cuatro veces más alta que en la década de los 60.
En este afán por incrementar la productividad de las cosechas comerciales, se llevan a cabo prácticas que tienen un impacto en la biodiversidad. En Latinoamérica, Centroamérica y Sureste asiático predominan grandes latifundios con cosechas intensivas de la caña, una especie que además es invasiva. Para solventar el largo ciclo de crecimiento de la caña, que dura hasta 18 meses, y aumentar el rendimiento de las cosechas destinadas a la industria alimentaria, se produce la quema de la caña de azúcar, previa a la cosecha, con graves consecuencias para el medio ambiente.
La quema de la caña de azúcar contribuye de forma directa al calentamiento global ya que la incineración de los restos de caña emite gases de efecto invernadero como dióxido de carbono, metano u óxido nitroso. Los campos alcanzan hasta temperaturas de 735 centígrados, generando un gran impacto en los organismos microbianos, fijadores de nutrientes básicos, y que afecta al hábitat de otros animales. Igualmente, la quema del bagazo, el residuo procedente de la caña se usa como combustible para las fábricas (ingenios) de azúcar que provoca una alteración en la temperatura y climatología natural autóctona. Y no solo eso, las partículas y el hollín de la quema de bagazo pueden implicar efectos negativos en la salud humana y está relacionada con el desarrollo de enfermedades bronco-respiratorias.
Además, la producción de azúcar emplea grandes cantidades de agua: primero para el lavado de las cañas y, posteriormente, en todo el proceso en las fábricas. El problema surge porque en muchas ocasiones el agua es vertida a los ríos sin ser descontaminada, provocando un gran perjuicio.
Aunque el azúcar lleva milenios consumiéndose, los patrones de consumo en pleno siglo XXI y el ritmo acelerado de crecimiento han provocado una intensificación en la agricultura intensiva y el uso de fertilizantes y pesticidas químicos, está afectando a los recursos de nuestro planeta, enfermando al ecosistema y a nuestra salud.
En todo este contexto, ser conscientes de las implicaciones que conlleva la producción intensiva de azúcar y su consumo, y recurrir a productos BIO, como RAW, que provienen de la agricultura sostenible, es un gran paso para comenzar a enfrentar el reto que presenta el sector agrícola y alimentario.
En RAW no solo queremos ser la primera isotónica 100% ecológica sin azúcares añadidos, sino que tenemos el propósito de modificar los hábitos de consumo generando un impacto positivo en la salud del planeta y de los consumidores. Tomar conciencia de lo que cuesta “endulzarnos la vida” es el comienzo para cambiar el sistema y nuestra mentalidad sobre cómo nos alimentamos.
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